Inflamación de los riñones: La historia de Marvin te puede pasar a ti

Marvin Aristimuño, esperaba en la ventana de la sala, a José, el heladero. Tenía la ilusión de saborear lentamente, la dulce “capita” de chocolate negro de un pastelado. Pero esta vez, era un hombre de aspecto siniestro quien empujaba el carrito de helados. Mal encarado con cicatrices de quemaduras en el rostro y sus manos descoloridas por el vitíligo, no vestía el clásico uniforme, solo una gorra con el logo de la empresa.